martes, 16 de noviembre de 2010

El Amor que Persiste I Parte


Por el Pastor Felipe Nunn

Considerando la lista de reyes nombrados en el primer versículo del libro de Oseas (1:1) podemos deducir que Oseas profetizó por lo menos por 30 años, comenzado su ministerio entre los años 785 AC y 750 AC. Para ese entonces la nación de Israel ya estaba dividida en dos reinos, Judá e Israel, y ambos reinos ignoraban a Jehová. Las palabras de Jehová por medio de Oseas describen una triste situación: “No hay verdad, ni misericordia, ni conocimiento de Dios en la tierra. Perjurar, mentir, matar, hurtar y adulterar prevalecen, y homicidio tras homicidio se suceden… dejaron de servir a Jehová… porque espíritu de fornicaciones lo hizo errar, y dejaron a su Dios para fornicar” (4:1-12). Aún en estas tristes condiciones, Jehová los seguía amando profundamente.
En los tres primeros capítulos del libro de Oseas encontramos su biografía, enfocada especialmente en sus experiencias matrimoniales. “El principio de la palabra de Jehová por medio de Oseas. Dijo Jehová a Oseas: “Ve, tómate una mujer fornicaria, e hijos de fornicación… Fue, pues, y tomó a Gomer” (1:2-3). ¿Estaba Dios probando la obediencia de Oseas? ¿Está en los planes de Dios que un creyente se case con una mujer así? Algunos teólogos sugieren que este matrimonio no es un hecho histórico. Se sienten más cómodos explicando que el matrimonio de Oseas fue una visión o un sueño o que debe ser entendido como una alegoría o una parábola. Me pregunto, ¿es necesario debilitar este texto histórico? ¿Será que estas alternativas reflejan el aislamiento de estos teólogos de la vida real y cotidiana? Las prostitutas son mujeres reales. Ellas también sueñan, lloran y pueden amar.

¿Qué tiene de malo el ofrecerle a Gomer la posibilidad de una relación estable? Los hijos de las prostitutas también necesitan cariño y un hogar. Personalmente no veo razón para que el matrimonio de Oseas y Gomer no se lea literalmente, como algo que realmente pasó.
Esta dolorosa historia de amor nos proporciona lecciones prácticas y útiles para nuestros matrimonios, hogares y nuestro desarrollo espiritual.
Oseas profetizó especialmente para el reino del norte (Israel) a un pueblo que había cambiado a Jehová por los ídolos. El mensaje profético de Jehová por medio de Oseas anticipa una restauración completa de la nación: “Se congregarán los hijos de Judá y de Israel y nombrarán un solo jefe” (1:11). El gozo y dolor vivido entre Oseas y Gomer encuentra su paralelo en Dios y la nación de Israel. En ocasiones Jehová usa las dificultades matrimoniales de Oseas para que éste entienda un poco como Dios se siente para con Israel.
Pero también notamos que Oseas aprende a entender y a tratar a su caprichosa esposa al ver como Jehová ama y confronta la caprichosa nación de Israel. En ocasiones es difícil ver si el texto se está refiriendo a Gomer o a Israel, a Oseas o a Jehová. Frecuentemente los términos y expresiones pueden aplicarse a ambos. El uso de temas como el amor, el matrimonio, los hijos, la infidelidad, el dolor y la restauración tocan nuestras emociones y añaden fuerza al llamado del Señor a que nos arrepintamos y volvamos a Él. El amor divino siempre persiste.
1. Todo matrimonio tiene sus problemas
No es necesario ser un consejero matrimonial profesional para predecir las dificultades de ajuste matrimonial entre Oseas y Gomer. Sus pasados son totalmente diferentes, pero aun así, sabemos que fue la voluntad de Dios que ellos se casaran. Quizá usted esté viviendo algunas frustraciones serias en su matrimonio. Tal vez usted y su pareja son tan diferentes que esté empezando a concluir que usted se casó con la persona equivocada. Haga un pare por un momento y exploremos juntos los tres primeros capítulos del libro de Oseas. La unión de Gomer y Oseas tiene mucho que enseñarnos sobre el amor y la vida matrimonial.
Su boda: Trata de visualizar la boda de una prostituta y un profeta de Jehová. ¿Quién se sentiría cómodo en tal celebración? Las amistades de Gomer y Oseas, si es que fueron, definitivamente no se mezclarían socialmente. Desde su comienzo esta relación fue controversial. ¿Puede usted imaginarse los comentarios de la familia de Oseas y de sus amigos religiosos? ¿Puede usted imaginarse las sonrisas coquetas de las colegas de trabajo de Gomer? Aun hoy en día, terceras personas pueden herir y distanciar una relación matrimonial al expresar sus opiniones personales.
Su Hogar: Ahora trate de imaginarse la vida de hogar. Gomer no era una joven principiante. Cuando Oseas se casó con ella, la llevó a casa con sus “hijos de fornicación”. Adaptarse a vivir juntos tuvo que haber sido difícil. La vida calmada y tranquila del profeta Oseas fue invadida por ruido, demandas y preocupaciones. Mi querido lector, si Dios tenía planes especiales para esta unión tan compleja, estoy seguro que Él también tiene un propósito para su matrimonio – aunque posiblemente usted no lo comprenda en este momento.
Sus hijos: Después de casados, Gomer dio a luz al primer hijo de Oseas. Este se llamó Jezreel. En aquellos tiempos, y en algunas culturas actuales, el nombre dado a un hijo tiene un propósito y un significado. Oseas (y sus variantes Hoshea, Josué, Jesús) significa “salvador” o “salvación”. Para Oseas este nombre lo describe muy bien, subrayando el mensaje de que Oseas es figura o tipo del Señor Jesús. Los nombres de los tres hijos de Oseas, tienen un doble significado, reflejando el estado de la nación de Israel y seguramente también el estado de su hogar. Jezreel significa “Dios siembra”. Este es un reconocimiento de la mano de Dios en la unión entre Gomer y Oseas. Después Gomer dio a luz una hija, Lo-Ruhama, que significa “no amada” o “no favorecida”. ¿Será que el romance tiene que terminar después del primer hijo? El nombre de la hija sugiere que algo no estaba funcionando bien en su matrimonio. Luego Gomer dio a luz a otro niño, Lo-Ammi, que significa “No es mío”. ¿Qué sospechaba Oseas? El nombre sugiere alguna infidelidad de parte de Gomer. Ningún matrimonio tiene la felicidad garantizada. Incluso uniones matrimoniales dirigidas por el Señor tendrán sus momentos tensos, y si no se cuidan, pueden tener problemas bien serios. ¿Está usted cuidando bien a su pareja? La pérdida de cariño e incluso la infidelidad son posibilidades reales que podrían afectar a su matrimonio también.
Antes de explorar la infidelidad de Gomer, lo invito a que observe cómo Oseas trata a sus hijos. Imagínese usted la burla de los compañeros cuando los niños llegan a la escuela con nombres como “no amada” y “no es mío”. En el primer versículo del capítulo 2 notamos que Oseas elimina el prefijo “Lo” (que significaba “No”) en los nombres de sus hijos. Los llama Ruhama (que significa “amor”, “misericordia”, “compasión”) y Ammi (que significa “mío”, “mi pueblo”, “compatriota”). La triste realidad es que los hijos sufren las consecuencias de los conflictos entre los padres. Buscar maneras de mostrarles que les amamos y que pertenecen a una familia les proporcionará la estabilidad que ellos necesitan mientras los padres arreglan sus diferencias.
2. Pasos hacia el adulterio
El fracaso rara vez ocurre instantáneamente. Normalmente es la culminación de un proceso. Varias señales de alerta se ignoran y luego viene el momento de crisis. La mayoría o posiblemente todos los pecados morales se inician en nuestra mente. Nos sentimos atraídos por un miembro del sexo opuesto, lo cual es muy natural, pero cuando jugamos con las “remotas posibilidades” de una relación extramatrimonial ya estamos caminando por el camino equivocado. ¿Será posible que los cristianos coqueteen con el sexo opuesto? Esas miradas especiales, esos emails secretos, esos mensajes muy personales en su teléfono celular… cuando el corazón anticipa con emoción el próximo encuentro o contacto, ya ha comenzado una “relación adúltera”. Erróneamente, algunas personas creen que el adulterio se inicia cuando se acuestan con otro. Pero las palabras del Señor Jesús son muy claras: “Pero yo os digo que cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:28). ¿Y qué le pasó a Gomer?
Toda experiencia tiene al comienzo algo emocionante. Gomer gozaba de la seguridad que proporciona tener un hogar y un esposo que la amaba. Algunos olvidan que todo privilegio tiene sus responsabilidades. Para que un hogar sea ameno requiere trabajo, creatividad y sacrificio. ¿Por qué escogió Gomer abandonar su hogar?
Egoísmo: Parece que Gomer no estaba dispuesta a sacrificarse por su hogar. A ella no le importó el corazón de su esposo ni en el futuro de sus hijos.
Comparaciones: Sus experiencias sexuales pasadas le permitían comparar a Oseas con otros hombres. A ella se le dificultó sentirse satisfecha con un solo hombre.
Ambición: Oseas proveyó bien para sus necesidades materiales (2:8), pero quizá el no podría ofrecerle todo lo que ella deseaba.
Aventura: Por temperamento, tal vez Gomer prefería una vida de riesgo y aventura a una vida segura y estable.
Muchos hombres y mujeres viven frustrados por la falta de romance en sus matrimonios. Gomer no apreciaba lo que Dios le había dado en la persona de su marido. Un día Gomer decidió poner en acción el plan de escape que había soñado. “Dijo: Iré tras mis amantes, que me dan pan y agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida” (2:5). Y así lo hizo.
¿Qué siente usted hacia su pareja matrimonial? ¿Es usted uno de los que todavía cree que las coqueterías ocasionales son una inocente distracción… y que las fantasías sexuales no dañan a nadie? El pecado sexual funciona como una anestesia a la conciencia. Somos propensos a esconder, negar y racionalizar. “El proceder de la mujer adúltera es así: Come, y limpia su boca y dice: no he hecho maldad” (Proverbios 30:20). Decidir vivir con un pecado escondido, es decidir vivir una mentira: “Cometían adulterios, y andaban en mentiras” (Jeremías 23:14). Las parejas casadas y felices protegen su exclusividad. Esto requiere sacrificio y disciplina personal.
3. Dios se opone a la infidelidad matrimonial
Dejando atrás a su esposo herido y a sus hijos llorando, Gomer vuelve a su vida libre y promiscua. Seguro que algunos de sus viejos amigos la felicitaron por haber tenido el coraje de escapar de esa relación anticuada, restrictiva y monógama. Preocupada por su realización personal, Gomer olvidó que formaba parte de un hogar del cual Dios tenía designios especiales. ¿Cómo ve Dios a aquellos que ignoran sus promesas matrimoniales y se lanzan en busca de una nueva aventura? El Señor reacciona ante la decisión de Gomer diciendo: “Porque su madre se prostituyó… Por tanto, he aquí yo rodearé de espinos su camino y la cercaré con seto, y no hallará sus caminos. Seguirá a sus amantes, y no los alcanzará; los buscará, y no los hallará” (2:5-7). No podemos esperar la bendición de Dios cuando escogemos andar en el camino de la desobediencia. Dentro de la relación matrimonial Dios bendice la expresión sexual. Pero fuera del matrimonio, se opone con determinación.
Dos de los Diez Mandamientos atacan la infidelidad matrimonial (Éxodo 20:14, 17). La Ley consideraba la infidelidad un crimen de gravedad: “el adúltero y la adúltera indefectiblemente serán muertos” (Levítico 20:10). No es una sorpresa, entonces, encontrar que Dios se opone al progreso de Gomer: ella anticipaba ser feliz con sus amantes pero su felicidad pronto se tornó en frustración. Se sentía confundida, pues no hallaba el camino a seguir (2:6). Dios redujo su atracción sexual y sus amantes perdieron interés en ella (2:7) y la empezaron a ver como una necia, una loca (2:10). Dios dañó el ambiente de sus fiestas (2:11), debilitó su situación financiera (2:12) y dijo: “la castigaré por los días en que incensaba a los baales, y se adornaba de sus zarcillos y de sus joyeles y se iba tras sus amantes” (2:13) ¿Será que Dios es malo o excesivamente complicado? ¡De ninguna manera! Su objetivo es frenarla para que reflexione, hasta que llegue a aquella condición en la cual diga: “Iré y me volveré a mi primer marido; porque mejor me iba entonces que ahora” (2:7). ¿Cómo está su relación matrimonial? ¿Su pareja está a punto de abandonar el hogar? Ruegue a Dios por un milagro. El Espíritu Santo aún obra en los corazones. Dios puede obrar tanto en el corazón de su pareja como también en las circunstancias que la rodean.
Vivimos en una sociedad alejada de Dios. La infidelidad matrimonial ya no tiene desaprobación social. Todo el mundo parece entender cuando después de muchos años de matrimonio uno de los dos abandona la relación en busca de una alternativa fresca. ¿Podría esto ocurrir en su matrimonio? El Señor Jesús, después de enseñar en contra de una relación adúltera, añadió: “Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti… Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; porque mejor es que se pierda uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mateo 5:29-30). Su mensaje es bien claro: si deseamos la bendición de Dios sobre nuestro matrimonio, tenemos que ser radicales en lo que nos permitimos ver y tocar. ¡Así es! Dios nos manda a que con firmeza eliminemos de nuestra vida todo lo que nos lleva al pecado. Gomer reflexionó y decidió que ya había sufrido suficiente. Entonces empezó su regreso a casa.
4. Tomando la decisión de perdonar
¿Qué debería hacer Oseas con una esposa como Gomer? ¿Debería sencillamente “perdonar y olvidar” y continuar con la vida de hogar como si nada hubiera pasado? Quizás con pequeñas ofensas esto sea posible ¿pero con adulterio? ¿Qué opciones tenía Oseas? Podría esperar a que Gomer confesara su pecado y rogara ser recibida nuevamente en casa, o podría hacer algo para que Gomer sufriera un poco antes de perdonarla, o podría esperar y analizar su comportamiento para ver cuándo ella mereciera ya ser perdonada. Pero las instrucciones divinas son bien claras: “Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia… y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12-13). ¿Le parece demasiado sencillo?
Me sorprende, pero es una realidad, que el tema del perdón genera sentimientos fuertes y contrarios entre cristianos. Creo que esto se debe en parte a que no se distingue claramente entre el perdón y la restauración.
El perdón: Perdonar es una decisión, es un acto de gracia. No lo podemos ganar. Nunca lo podremos merecer. Siempre debemos dar o recibir perdón libre y gratuitamente, como entregando o recibiendo un regalo. Pero es posible que después de ser perdonados sigamos viviendo con alguna consecuencia de nuestra falta. Me pueden perdonar por robar en la empresa, pero esto no significa que mi empleo en la empresa continúa igual. Donde sea posible, después del perdón debe haber una restitución. La señora me puede perdonar por robar su reloj, pero donde sea posible, debo devolvérselo o pagárselo.
La restauración: La restauración es un proceso. Si alguien ha pecado contra usted, el perdonar depende únicamente de usted – ¿está usted dispuesto a obedecer al Señor y perdonar al que lo ofendió? Pero la restauración de una relación requiere la cooperación constructiva de ambos, de usted y del ofensor. La restauración completa requiere arrepentimiento, confesión y donde sea posible restitución. En tan sólo unos pocos días el Señor podría hacer que una esposa ofendida perdone la traición de su marido, pero la restauración de la confianza suficiente para continuar con un matrimonio feliz podría durar meses, incluso años. Depende de la disposición de ambas partes.
Perdonar es un acto de obediencia. Si dudas perdonar, recuerda aquellas palabras de nuestro Señor Jesús: “Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15). Los estudiosos de la Biblia interpretan estos versículos de diferentes maneras, pero el mensaje principal, lo que no se puede negar es que Dios Padre quiere que usted y yo perdonemos a todos los que nos ofenden. ¡No hay excepciones! Y que si escogemos no perdonar, algo grave ocurrirá.
Un día Oseas llegó a casa y escuchó la noticia que Gomer, su esposa infiel, había regresado. ¿Cómo se sentiría? Podría haber sentido deseos de llorar, de gritar e incluso de salir corriendo. ¿Cómo debería reaccionar Oseas? ¿Debería interrogarla para extraer todos los detalles de sus infidelidades? ¿Debería hacerla sentir mal delante de sus hijos? Oseas rehusó dar libre expresión a los impulsos de su carne. Gomer no recibió de Oseas lo que ella se merecía. Oseas hizo algo muy doloroso, algo que había visto a Dios hacer. Eligió perdonar. Controlando ese deseo natural de venganza, Oseas proyecta un plan a seguir con Gomer: “Pero he aquí que yo la atraeré y la llevaré al desierto, y hablaré a su corazón” (2:14). Cuando Oseas eligió perdonar, quedó libre de amargura, suficientemente libre para extender su mano a su esposa e iniciar un proceso de reconciliación. La restauración nunca puede comenzar sin primero perdonar.

La continuación de este artículo la próxima semana.


Tomado de AQUÍ

No hay comentarios:

Publicar un comentario