“Entren por la puerta estrecha. Porque es ancha la puerta y espacioso el camino que conduce a la destrucción, y muchos entran por ella. Pero estrecha es la puerta y angosto el camino que conduce a la vida, y son pocos los que la encuentran”. Mateo 7:13-14
Una vez más se nos recuerda que el método de nuestro Señor debe ser siempre la norma y ejemplo de toda predicación. No hay verdadera predicación si no se aplica el mensaje y verdad que contiene; no hay verdadera exposición de la Biblia si se contenta con explicar un pasaje y luego no se aplica. La verdad hay que incorporarla a la vida, y ha de ser vivida. La exhortación y aplicación son partes esenciales de la predicación. Vemos cómo nuestro Señor hace precisamente esto aquí. El resto de este capítulo séptimo no es sino una gran aplicación del mensaje del Sermón del Monte para aquellos que lo oyeron por primera vez, y para todos los que, en todos los tiempos, pretendemos ser cristianos.
En consecuencia, ahora pasa a someter a prueba a sus oyentes. Dice, de hecho, “He terminado el Sermón. Ahorra de inmediato os debéis preguntar, ¿Qué voy a hacer? ¿Cuál es mi reacción? ¿Me voy a contenta* con cruzarme de brazos y decir con otros muchos que es un sermón maravilloso, que es la concepción más grandiosa de la vida que el género humano haya conocido —una moral tan sublime, una elevación tan maravillosa— que es la vida ideal que todos deberían vivir?” Lo mismo se nos aplica a nosotros. ¿Es esa nuestra reacción? ¿Limitarnos a alabar el Sermón del Monte? Si es así, según nuestro Señor, lo mismo hubiera sido que no lo hubiera predicado. Lo que quiere no es alabanza; es práctica. El Sermón del Monte no debe ser simplemente alabado, ha de ser practicado.
Luego sigue diciendo que hay otra prueba, la prueba del fruto. Hay muchos que han alabado este Sermón pero que nunca lo han encarnado en sus vidas. Cuidado con esas personas, dice nuestro Señor. Lo que importa realmente no es la apariencia de un árbol; la piedra de toque es el fruto que da.
Luego sigue diciendo que hay otra prueba, la prueba del fruto. Hay muchos que han alabado este Sermón pero que nunca lo han encarnado en sus vidas. Cuidado con esas personas, dice nuestro Señor. Lo que importa realmente no es la apariencia de un árbol; la piedra de toque es el fruto que da.
Martyn Lloyd Jones -El Sermón del Monte-
Visto en: Lumbrera
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